14 de octubre de 2010

Juego con el lenguaje. 7


Hay libros maravillosos, bellísimos, que tienen algo que no se sabe qué es pero que transmiten una sensación tan inmensa que no los olvidaremos jamás.

El libro negro de los colores trata de un niño ciego y de cómo él siente los colores.

Para ti, muchacho.



"Según Tomás, el color amarillo sabe a mostaza, pero es suave como las plumas de los pollitos.
El rojo es ácido como la fresa y dulce como la sandía, pero duele cuando se asoma por el raspón de su rodilla.
El color café cruje bajo sus pies cuando las hojas están secas. A veces huele a chocolate, y otras veces huele muy mal.
Dice Tomás que el azul es el color del cielo cuando el sol calienta su cabeza.
En cambio, el cielo se vuelve blanco si las nubes deciden taparlo y la lluvia se desata.
Pero si el sol se asoma a ver el agua cayendo, salen todos los colores a pintar un arco iris.
Para Tomás, el agua sin sol no es gran cosa, no tiene color, ni sabor, ni olor.
Él dice que el color verde huele a césped recién cortado y sabe a helado de limón.
Y el negro es el rey de los colores. Es suave como la seda cuando su mamá lo abraza y lo arropa con su cabellera.
Todos estos colores le gustan a Tomás, porque los oye, los huele, los toca y los saborea".


La actividad consiste en crear tú un libro, así, como éste, en el que inventes un personaje y escribas lo que a él le viene a la mente cuando piensa en distintos colores.

Lo hemos visto en clase, hemos pasado el dedo por encima de las páginas donde se notaba, en relieve, el césped recién cortado o la fresa ácida, ¿te acuerdas?

A ver dónde llega tu imaginación.

2 comentarios:

Raquel dijo...

Yo no he visto el libro ni por suerte soy ciega pero este maravillloso cuento ha llenado mi boca, mis oidos, mi nariz y mis manos de colores.
Desde luego no será fácil de olvidar.

Mª Jesús Lamora dijo...

Un abrazo para ti, Raquel.

El libro, de verdad, es una preciosidad.